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En Año Nuevo uno de los platos típicos de Japón es la sopa zoni. Se supone que comer esta sopa en familia, da buena suerte. El gran protagonista en este plato es el mochi, el pastelito hecho a base de harina de arroz glutinoso.
No se trata del mochi que se usa en repostería, el wagashi. Es el kirimochi, el ladrillito de arroz de apariencia pétrea y que la mayoría de nosotros no sabría cómo cocinar si no nos lo dicen.
Aparte del uso del mochi, no hay una forma establecida de hacer esta sopa, cada familia hace la suya a su modo y su manera. El caldo de la sopa puede ser de pollo o el típico dashi japonés, producto de hervir láminas de bonito y alga kombu. Vamos a hacer una delicada presentación de la sopa zoni y vamos a dar ideas para presentar una sopa reconfortante, sana y preciosa.
¿Por qué el mochi es un alimento sagrado? ¿Por qué lo es el arroz? La respuesta es simple, el problema de nuestros antepasados no era precisamente el sobrepeso sino la desnutrición. El arroz en el Antiguo Japón era la base de la alimentación, se comía arroz y poco más. El mochi sólo se comía en las celebraciones, así que...
El mochi se obtiene de machacar arroz glutinoso cocido, para celebrar el Año Nuevo se organiza el mochitsuki. Es un acto social en el cual las familias o vecinos se reúnen para machacar el arroz cocido y elaborar los mochis. Aquí en Madrid la Asociación de la Comunidad Japonesa de Madrid organiza esta fiesta a la que yo he ido en un par de ocasiones.
Allí probé mochis caseros muy buenos, aprendí hace años lo que es el kinako , la harina de soja tostada, y por supuesto, tomé una exquisita sopa zoni, que se hacía con caldo de pollo, no dashi como dicen todos los manuales.
Si no vas al mochitsuki no hay problema, puedes adquirir los kirimochi para elaborar tu sopa. Estos mochis tienen el aspecto y la dureza de un ladrillo. Hay que meterlos en el horno para ablandarlos y hacerlos comestibles. Una vez sacados del horno, tienen una textura gomosa y el gusto dulce del arroz.
Se pueden dejar así, añadiendo kinako con azúcar para elaboraciones dulces, o ponerle un poco de salsa de soja por encima. Pero si los añadimos a un buen caldo, absorberán los sabores, se ablandarán aún más y resultarán más ricos.