De vez en cuando, alguna pequeña joya de la gastronomía japonesa se pone de moda, es el caso del ajo negro. Tras un proceso largo y laborioso, y casi secreto, se empieza con una cabeza fresca de ajo morado y se acaba con una cabeza de ajo negro.
El ajo negro tiene una textura cremosa, se puede untar en tortitas de arroz o incluso en pan, también se añade a salsas y vinagretas. No es raro encontrar a personas que comen uno o dos dientes directamente por la mañana.
Parece ser que el proceso de elaboración de este producto potencia las propiedades del ajo. Elimina las substancias que hace que se repita y resulte indigesto. Es muy indicado para evitar atrofias musculares y es muy estimulante, combate la atonía y la depresión.
El sabor de este producto no recuerda al ajo, con toques de sabor típicos del regaliz o el vinagre balsámico, resulta difícil de describir.
Estas cabezas de ajo no son las típicas que se encuentran en los supermercados. Han sido especialmente cultivadas y seleccionadas para cumplir con los exigentes criterios de la alta hostelería.